_breve ensayo sobre la ineptitud

Procedo a escribir sobre este fondo blanco para no ser aquello sobre lo que pretendo hablar, es decir, un inepto.

Antes de entrar en materia, sería interesante conocer cuál es la definición formal del concepto en cuestión:

* inepto :

1 adj. No apto para algo

2 Necio o incapaz

3 Se aplica a la persona que no posee las aptitudes o la preparación necesarias para desarrollar una actividad

Bien, después de la definición, ya nos podemos hacer una idea clara de lo que supone ser un inepto, de hecho, seguro que ahora mismo estamos pensando en innumerables personas ineptas que conocemos y que se mueven a nuestro alrededor, lamentablemente es una especie bastante extendida en nuestra sociedad y sin vistas a la extinción.

Los encontramos en nuestro trabajo (muy a menudo jerárquicamente por encima de nosotros), tras los mostradores de las administraciones públicas, en grandes despachos o en la televisión (allí los podemos ver a todas horas, generalmente rodeados de otro espécimen objeto de un ensayo aparte; el soplapollas).

El inepto se caracteriza por su incapacidad perenne ante las cosas más obvias y elementales, dominando con profunda maestría el arte del “mundo al revés”, careciendo del más mínimo sentido común y subiendo peldaños una cagada tras otra, vamos, lo que vendría a ser en lenguaje coloquial un puto inútil.

No es fácil dominar la técnica de la ineptitud, pues se precisa de una habilidad innata y ese grado de anormalidad integral que ya viene de serie en el glorioso momento en que asoman sus deficientes cabezas a este mundo, aparte también puede influir de manera determinante una educación “asubnormalada” por parte de sus progenitores, la cual encauza al inepto por la inevitable senda que engrandece su retraso intelecto-social y lo convierte en un tipo con grandes posibilidades en esta sociedad.

Así pues, podemos afirmar que el inepto ya nace, posiblemente en el proceso gestacional se mezclan una serie de factores (alimentación, sedentarismo, tontuna crónica…) que pueden influir en un grado de anormalidad inicial mayor o menor que, por supuesto, a lo largo de su patética vida podrá ir degenerando hacia un grado jerárquico socialmente reconocido (desde delegado hasta, por ejemplo, ministra de igualdad).

Genéticamente no se ha demostrado todavía que la ineptitud tenga carácter hereditario, pero socialmente todos los estudios indican que la regla universal “de tal palo tal astilla” tiene una influencia significativa en el desarrollo o, mejor dicho, en el subdesarrollo del individuo con respecto a sus progenitores, ya que son éstos quiénes “inyectan” en su deficiente materia gris grandes dosis de estupidez y esperanzas de que logrará en la vida ser lo que se proponga, menos una persona normal, pero que más da si llega a ser, por ejemplo, presidente del gobierno.

El inepto en la sociedad

Paradójicamente y, en contra de lo que nos dictaría nuestro sentido común, el inepto está socialmente reconocido e integrado en el sistema, de hecho, los diferentes grados de ineptitud dibujan una gráfica que se extendería hasta el infinito, teniendo dichos grados en el eje de las abscisas mientras que la categoría o nivel jerárquico estarían en el de las ordenadas.

La andadura del inepto en la sociedad comienza por casualidad, descuido o lástima (no olvidemos que estamos hablando de un perfecto inútil por lo que, no es aplicable la máxima de cuanto mayor es el esfuerzo, mayor la recompensa).

Una vez que ha entrado dentro de la rueda jerárquica irá realizando su ascenso y promoción por simpatía e identificación de sus superiores (tan inútiles o más que él), siendo determinante y predominante el factor emocional con respecto aspectos objetivos de formación, méritos reales, presencia o esfuerzo en el trabajo.

Este meteórico ascenso convertirá al inepto en un sujeto respetado y envidiado en las diferentes posiciones que vaya consolidando en la escala jerárquica del ámbito en el que se mueva.

Como tantas cosas en la vida (véase el experimento de gotas de aceite que se atraen entre sí hasta formar una sola mancha de dimensiones superiores) la ineptitud posee un magnetismo que hace posible que la unión haga la fuerza, es decir, el inepto precisará de otros sujetos de su misma especie para lograr su objetivo de ascenso (aunque su diminuto cerebro e incapacidad mental le impidan llegar a pensar que su objetivo es ese, no piensa, simplemente respira y se deja arrastrar por una corriente que, para su suerte, siempre le llevará a buen puerto).

Aparte de sus semejantes (anormales también) será vital la presencia de unos “satélites” que, a modo de electrón en el átomo, ayudarán a reforzar su estatus social. Estos elementos que le rodean son los soplapollas, los cuales hemos citado en el apartado anterior, pero que dada su complejidad y difícil estudio, es imposible abordar su naturaleza en este breve ensayo.

Así pues, y para finalizar, aunque la ineptitud no esté demostrado que sea contagiosa, es aconsejable adoptar medidas de alejamiento prudencial ante los ineptos (evidentemente no podemos aislarnos de ellos, porque están por todas partes y debemos convivir con ellos o, lo que es lo mismo, permitir solidariamente la cesión de parte del oxigeno que nosotros podríamos respirar), pero sí que resulta interesante un proceso de inmunización preventiva con el medicamento a continuación referenciado :


Ensayo realizado por SCJ

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